Amor propio, el camino a una relación de pareja saludable.

Vivir desde el amor propio te abre los ojos frente a las relaciones de pareja. Las relaciones de parejas son complejas, bellas, tristes, espontaneas, amorosas, frías, fogosas… etc.

¿Cómo es tu relación de pareja? ¿te sientes a gusto en ella? ¿eres feliz?

La verdad es que no suelen ser fáciles, suelen ser un gran desafío, con ellas practicamos el amor incondicional día a día. Si la relación es fogosa, se puede pasar el cielo al infierno en un suspiro. Si la relación es tranquila, puede que parezca que está apagada y que no hay ilusión y así, cada virtud se puede convertir en una dificultad.

Para poder vivir una relación de pareja sana, hemos de vivirla desde el amor propio. Por eso, aquí comparto contigo seis formas de vivir la experiencia de las relaciones de pareja desde el amor propio. Que lo disfrutes.

1-     Crea tu espacio personal en el amor propio

Para conservar tu lugar personal en el amor, debes darle mucho espacio a tu alma. Es interesante notar que, en hebreo, una de las primeras palabras que significa salvación tam­bién significa espacio.

Si plantas dos ár­boles muy juntos, se ahogarán mutuamente. Lo que crece necesita espacio. Dice Khalil Gibran: «Que haya espacio en vuestra unión».

El espacio permite que esa diferencia que eres Tú, encuentre su propio ritmo y contorno. Este espacio te colmará el alma de bondad, aliento de vida y belleza. Porque en él te encontrarás contigo misma, con tu centro y eso, te dará poder, consciencia y amor a ti misma.

2-     Conserva tu identidad personal en la pareja

Una de las cosas más valiosas que debes conservar en el amor, es tu propia diferencia, eso habla de tu propia identidad.

Lo que suele su­ceder dentro de un círculo de amor es que uno tiende a imitar al otro o a imaginarse recreándolo a su semejanza. Si bien esto puede ser indicio de un deseo de entrega total, es a la vez destructivo y peligroso.

En las relaciones suele aparecer una fuerza homogeneizante sutil y perniciosa. Lo irónico es que la atracción entre las personas suele de­berse a las diferencias. Por eso es necesario conservar y ali­mentar la diferencia.

El amor es también una fuerza luminosa que te libera para que habites plenamente tus diferencias. No hay que imitarse mutuamente ni mostrarse defensiva o protectora en presencia del otro.

El amor debe alentarte y liberarte para que realices plenamente tu potencial y para que fluyas íntegramente con tu identidad. Aceptando realmente quién eres y expandiéndote tal cual has venido a SER.

3-     Vive la entrega íntima desde el amor propio

Una de las bellas áreas de una relación es el acto del amor sensual.

El amado es aquel a quien puedes dar tus sentidos en la plenitud del gozo, sabien­do que los acogerá con ternura. Puesto que el cuerpo está dentro del alma, ésta lo baña con su luz, suave y sagrada.

Hacer el amor con alguien no debe ser un acto pura­mente físico o de liberación mecánica. Debe abarcar la raíz espiritual que despierta cuando penetras en el alma de otra persona.

El alma es lo más íntimo de una persona. La conoces antes de conocer su cuerpo. Cuando alma y el cuerpo son uno, penetras en el mundo del otro. Si pudiéramos corres­ponder de manera tierna y reverente a la hondura y belleza de ese encuentro, extenderíamos hasta lo indecible las posibili­dades de gozo y éxtasis del acto de amor.

Esta reunión de dos almas en el acto físico, liberaría en ambos el manantial interior del amor más profundo. Los reuniría con fuerzas de luz y los fusionaría con círcu­los antiguo de creación.

Hacer sagrada la unión física, es amor propio, es consciencia de quién eres realmente y es bondad infinita hacia ti misma y hacia tu pareja.  

4-     Sana el amor herido con la pareja.

Cuando dos per­sonas se unen, un círculo antiguo se cierra en torno a ellos. Ambas personas llegan a la unión con las manos repletas de obsequios. Así también, con frecuencia estos seres están heri­dos; entonces, se despierta la dimensión curativa del amor en este círculo.

Si amas de verdad a otro, lo bañas con la luz de tu alma.

La naturaleza nos enseña que la luz del sol hace crecer todas las cosas. Si contemplas las flores en un alba de primavera, verás que están cerradas. En el momento que el sol las toca, se abren confiadas y se entregan a la nueva luz.

Al amar verdaderamente, abrazas a una persona que está muy herida, una de las peores cosas que puedes hacer es convertir su dolor en objeto de discusión. En estos casos, una extraña diná­mica despierta en el alma. Se vuelve un hábito, una pauta re­currente que causa dolor.

Por eso, en el momento de la unión, conviene reconocer la presencia de la herida, para poder sanarla con amor. Recordar que no estás sola en este círculo, tu herida también puede dañar al otro y a la vez, puedes ser dañada por el dolor ajeno. Por eso, comenzar a observar la herida, sanarla, trascenderla y envolverla en amor es la gran obra personal.

Toda persona debería dar gracias por el amor desper­tado en su ser. Cuando sientes amor por la persona amada y la persona amada lo siente por ti, deberías buscar ocasiones para ofrecer ese calor como una bendición para envolver esa herida abierta.

Uno de los grandes poderes del amor es el equilibrio que nos ayuda a alcanzar la transformación. La entrega de los regalos, como un sol que acaricia de verdad el alma del compañero. Y, la observación de la herida para aceptarla y sanarla interiormente.

5-     Sanar la herida del amor contigo misma.

 

Si has reconocido tu herida y quieres sanarla, cada vez que tengas la oportunidad, báñala con la suave luz del alma.

Puedes invocar el poder curativo de las fuerzas luminosas de tu propia alma y la que hay entre ambos; ésta puede aportar perdón, consuelo y cu­ración en tiempos escabrosos.

Si se ha despertado el amor en tu corazón, envía ese amor a tu herida, envía ese amor al mundo, a los de­sesperados, a los que padecen hambre, a los que están encerrados en prisión, a hospitales y en todas las circunstan­cias brutales de las vidas desoladas y torturadas. Cuando compartes la riqueza de tu amor, éste llega a otros seres y se expande, llena y sana la vida. Este amor que llega a todas partes, inunda tu vida también y vuelve a ti multiplicado. En él reside la mayor fuerza de sanación.

 

6-     Si hay amor en tu vida compártelo

Si nos liberamos de cualquier concepto y comenzamos a vivir la existencia en unidad, donde somos una dentro de la misma fuente, podríamos incluso, amar nuestras diferencias y bendecir la existencia de las personas que amamos con la integridad del propio corazón.

La idea de Dante era, «el ritmo secreto del universo es el rit­mo del amor que mueve las estrellas y los planetas»

Si hay amor en tu vida, compártelo. Si proyectas la bondad que hay en ti o si compartes lo que hay en ti de bueno o feliz, esto te será devuelto multiplicado por diez mil.

En el reino del amor no existe la competencia; no hay posesividad ni control. Cuanto más amor entregas, más tendrás.

 

Te amo

Angelica

 

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